Los pasados veintiuno y veintidós de septiembre se corrió la IV Edición de la “Madrid-Segovia” por el Camino de Santiago, una carrera de ultrafondo en la que a través de ciento dos kilómetros entre ambas ciudades, cruzando por medio la Sierra de Guadarrama, los participantes buscan sus propios límites sólo para encontrar que éstos suelen estar siempre un poco más lejos. Al no poder participar como me gustaría, al otro lado de la cámara, cosa a la que quisiera poner remedio al año que viene, llevo ya un par de ediciones plantándome en Cercedilla, kilómetro sesenta y cuatro de la prueba y punto clave donde las fuerzas comienzan a ir ya justas y el terreno comienza a trepar en busca del Puerto de la Fuenfría, a hacer fotos a los sufridos corredores, entre los que siempre hay un buen puñado de amigos. Este año intenté centrarme algo más en buscar ese detalle que intentara reflejar lo más íntimo de un evento de este tipo. No pude dedicarle el tiempo que hubiera querido: un amigo llegó en muy mal estado y al final tuvo que ser evacuado a Madrid en ambulancia con lo que afortunadamente sólo quedó en un buen susto gracias al gran Paco Gilo pero que pudo desembocar en tragedia. Aún así algo salió…
El cartel que te recuerda lo mucho que llevas… y lo que aún te queda.
El maravilloso entorno de Cercedilla. Al fondo, a la izquierda, Bola del Mundo.
Los voluntarios, imprescindibles, velando por la seguridad y la atención a los corredores. Raudos…
…tanto que a veces incluso mejoran artesanalmente la aerodinámica del casco.
El Espiquer. Un crack: http://espiquer.com/
Los sufridos acompañantes. Todo un día vagando por la sierra dando un aplauso, un beso de ánimo…
No todos pueden aguantar despiertos la espera del familiar.
Pero cuando éste llega corren a darle un abrazo.
Alas en el corazón. Hacen falta para sonreír así después de más de sesenta kilómetros.
Aunque hay quien no pierde nunca la concentración.
Problemas leves.
¿Problemas más serios?
Unos minutos de agradable relax.
Un buen masaje…
Y un poco de relax de verdad…
Recuperando fuerzas.
Recuperando fluidos.
Y más fluidos.
Y más, más fluidos…
Compañeras infatigables del día.
Aunque a veces nos olvidemos unos minutos de ellas.
Toca salir de nuevo… si se puede.
¡Claro que se puede!
A pesar de las caidas…
O quizá haya que dejarlo por hoy y esperar al año que viene.
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